Eran los días en los que la Virgencita andaba buscando un lugar donde quedarse… y un pueblo al que reunir…
Un señor, que vivía en Santiago del Estero, quiso levantar una capilla donde honrar a la “Purísima” Virgen María.
Fue así que le pidió a su amigo marinero, que le trajera de Brasil dos imágenes.
Hubo que solucionar varios inconvenientes, el más significativo fue a orillas del Río Luján. La Virgen no se quería ir de allí, y el Negro Manuel decidió cuidarla para siempre.
Historia de la Peregrinación Juvenil a Luján