Una cuestión histórica
Una posta es el lugar donde descansa y repone fuerzas un viajero, y donde, antiguamente, se cambiaban los caballos de los carruajes, mientras los pasajeros estiraban las piernas, comían algo para seguir el camino, y por qué no, se quedaban un rato orando en alguna ermita o altar cercano.
En el Camino Real de la época del Virreinato, la posta de Morón era muy importante, ya que era el lugar indicado para todos esos menesteres, y es que, entre paisanos diligentes y servidores al pie, contaba con un pequeño oratorio dedicado a la Inmaculada Concepción. Luego, los Jesuitas, que tenían por Patrona a la Virgen Viajera de Loreto o del “Buen Viaje”, llevaron allí su imagen labrada por los Padres de la Compañía, que es la misma que hoy se encuentra en la Catedral de Morón, dando el nombre a la diócesis: “Nuestra Señora del Buen Viaje”
Un poco más acá en el tiempo (años 80), nos acostumbramos a decir que algo era “posta”, cuando era real, cierto, verdadero, legítimo, y la ciudad de Morón, con su catedral basílica, se transformó en posta del camino de la procesión a Luján, siendo el lugar de descanso de los portadores de la imagen que sale desde S Cayetano en horario central, haciendo de esa parada un momento inolvidable para todos los servidores que hace años participamos de esa recepción.
Nos tocó a nosotros
Quizá por todo lo antedicho, desde la organización de “la pere”, se eligió a nuestra diócesis para llevar la imagen en la primera procesión de trayecto completo a pie luego de la pandemia (2020 fue llevada en camioneta, y 2021 salió desde Merlo).
Esta vez, los Jóvenes de la Iglesia de Morón, organizados en varios equipos, salieron a las 10 de la mañana del sábado 1 de octubre desde el Santuario San Cayetano de Liniers, y arribaron a las 3 de la mañana del domingo 2 a la plaza Belgrano, frente la casa de Nuestra Madrecita, en Luján.
En el camino, obviamente pasaron muchas cosas: las andas se aflojaron, los brazos se cansaron, las piernas se entumecieron, las voces se gastaron, en fin, como siempre pasa en esta inigualable demostración de fe: de todo un poco.
Pero también pasaron otras más lindas: las ganas de todos los peregrinos de estar al lado de la Imagen, la ayuda desinteresada de quienes estaban alrededor nuestro, y, sobre todo, la devoción y el amor que la Patrona de la Patria provocaba a cada paso (que fueron muchos, muchísimos).
Así fue que, si se cansaba un portador, enseguida venía alguien de alrededor a ofrecerse a llevarla, si había que acomodar y ajustar algo, siempre manos expertas y voluntariosas llegaban desde todos lados a ayudar, y si era necesario, la imagen era llevada en hombros de peregrinos que tan sólo se ofrecían, por el simple hecho de tener a la Madre consigo, de dar una mano para que llegue una vez más a su casa en Luján.
Tampoco faltaron en esta procesión, las paradas “improvisadas”, o más bien solicitadas por comunidades y peregrinos que se habían organizado para recibir a María de forma especial, con gestos, canciones y oraciones: si hasta había grupos de animación y canto esperando el paso de la Imagen, con sacerdotes y laicos compartiendo la bendición de ese día.
Y por supuesto, a lo largo de todo el trayecto, era conmovedor ver a los vecinos, conductores, servidores, autoridades, y todo aquel que se cruzaba con nosotros, detenerse y contemplar, agradecer, aplaudir, persignarse, saludar, sacar fotos y sobre todo: sonreír.
Claro: ¡estaba pasando Mamá!
Y llegó el final… ¿o no?
Luego de un día de agotador camino, llegábamos hasta el escenario (altar) de la plaza central, frente a la basílica, alrededor de las tres de la madrugada, entre vítores, algarabía, saludos, bocinazos y una inmensa alegría por el deber cumplido.
Allí terminaba el servicio de Morón, o eso creíamos: es decir que sólo habíamos planeado ir a buscar la imagen y tenerla hasta que nos pidieran llevarla a donde la habíamos retirado, pero “Ella” tenía otros planes.
Una vez que llegamos a la parroquia dónde iba a quedar en guarda, comenzamos a revisarla, a desarmar la estructura para ajustarla, hacer una primera limpieza de las andas y la base, a retirar la bandera y ornamentos que la acompañaron en el camino, y comenzaron las sorpresas:
innumerables rosarios sobre el manto de la virgen, flores de muchos colores enganchadas en los marcos y en las bases de madera, enredados en la larga bandera argentina que la envolvía, una gran cantidad de mensajes, intenciones, cartas, fotos, medallas, cruces, y muchas otras cosas que tuvimos que poner dentro de una caja para llevarla al santuario.
María está pasando por aquí
Fue en esa revisión, que descubrimos algunas roturas que había que solucionar, algunos ajustes a realizar, y casi sin darnos cuenta, la Imagen Peregrina, comenzó a peregrinar por las comunidades.
Al principio, para realizar estos arreglos, después, para acompañar festejos patronales, luego, misionando por barrios y plazas. Cuando creíamos que ya teníamos que llevar la Imagen de vuelta, sonaba un teléfono, o se acercaba un sacerdote, un agente pastoral, a pedir si participaba de un evento parroquial, o simplemente a que la puedan ver en alguna comunidad con muchas peregrinaciones realizadas.
Fue así que el día de las madres, Ella estuvo en el cementerio parque, afuera de la capillita, acompañando y bendiciendo a quienes estuvieron rezando y recordando a las mamás ausentes, sosteniendo, como madre que es, desde la compasión y la comprensión, el dolor de los hijos e hijas que quedaron con solo el recuerdo, cumpliendo con las palabras de su hijo: “Aquí tienen a su Madre”
Ya sobre fin del 2022, y habiendo pasado por varias comunidades de la diócesis, la llevamos de vuelta a su lugar de guarda, en Lugano, pensando que la volveríamos a ver recién cuando pasara un ratito el día de la próxima peregrinación, para hacer su habitual parada en Morón, pero no: otra vez “Ella” tenía otros planes.
De vuelta en casa
A mediados de este año, la Madrecita volvió a la Diócesis de Morón, porque su nombre es Peregrina, y así como fue a visitar a su prima Isabel, se vino a visitar a Ntra Sra del Buen Viaje.
Y llegó para misionar, justo el día del encuentro de la Infancia y Adolescencia Misionera, y esperó unos días en la Catedral, para acompañar ordenación de nuestros nuevos sacerdotes, y salió en caravana por las calles y plazas de Morón Sur, por comunidades de barrios humildes, para después estar en la celebración del día del catequista.
Y cuando parecía que no podíamos recorrer mucho más, desde los Hogares de Cristo, con nuestra Cáritas, se la llevaron a Ituzaingó: allá por donde está la unidad penal, y los centros barriales, en una misión de cuatro días que aún se está desarrollando.
Y esto no terminó, nos quedan ganas y lugares para llevarla a que bendiga a los fieles de Morón: aún tenemos unos días hasta la misa del 23 de septiembre, donde nuestro obispo Jorge celebrará, para despedir a la Imagen Peregrina, que se irá a la Diócesis de San Justo, para iniciar un nuevo recorrido, una nueva misión, un nuevo peregrinar entre su pueblo, que con devoción y desde siempre, grita a viva voz: ¡VIVA LA VIRGEN DE LUJÁN!
¡Gracias Morón!
En esta 49° Peregrinación Juvenil a Luján, la Imagen Peregrina estará con la diócesis de San Justo.